lunes, 20 de julio de 2009

Beyoncé se gasta una pasta gansa en los espectáculos de su gira


Acaba de ser nombrada la artista femenina menor de 30 con mayores ingresos, pero la "fiera" de ébano tiene un agujero en el bolsillo



Ostentosos montajes, confetti a toneladas, costosos vestidos, videomontajes, delirios de grandeza... Beyoncé sabe cómo ofrecer un buen espectáculo a sus fans, pero decididamente no sabe cómo ahorrar. La diva del soul, pop y R&B ha sido recientemente nombrada por la revista Forbes la estrella de menos de 30 años mejor pagada del mundo. La artista revelación de las Destiny's Child en el año 2000 ha ganado nada más y nada menos que 64,4 millones de euros entre el 1 de junio de 2008 y el 1 de junio de 2009.

Y gran parte de esos beneficios se han gastado en sus últimos espectáculos, que parecen crecer en magnificiencia según va Beyonce conquistando plazas y diciendo "Aquí estoy yo" con I Am ... Sasha Fierce.

Para empezar, su propio aspecto: hasta dos millones de dólares se gastó la diva el pasado año en pelucas - ya que su pelo natural está muy casigado por el tinte rubio y alisado de plancha que lucía durante su etapa en Destiny's Child - ; el cuidado de sus espectaculares curvas mediante sesiones personalizadas de fitness y el control de su dieta por parte de nutricionistas dedicados en exclusiva a Beyonce; así como los cientos de miles de dólares que gasta en ropa, joyas, complementos...

Nada más importante que estar divina en cada show y lucir un atuendo diferente en cada uno de los diferentes números del mismo, pero el modo en que se vista el evento también lo es, y el director de escenografía de su gira mundial no escatima en gastos: en su último concierto celebrado en Los Ángeles, Beyoncé ofreció todo un circo de lujo y ostentación a sus seguidores.

La diva comenzó con una lluvia de confetti mientras entonaba los primeros gorgoritos de Crazy in love, a la vez que una parte móvil de escenario se desplazaba moviendo a Beyoncé casi por los aires. Comenzaba así un espectáculo donde la alta tecnología; los continuos cambios de vestuario, con costosísimos vestidos y numerosos bailarines cuyo vestuario era igualmente rico y cambiante; los "vuelos" sobre el público suspendida por un arnés hasta alcanzar una isla en medio de la audiencia donde se recrea el Circo de Tinkerbell; las gigantescas pantallas para reflajar hasta el último detalle del espectáculo... Beyoncé no ahorró en sus fans y ellos lo supieron agradecer con rugientes muestras de lealtad.

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